EILENBERGER, WOLFRAM
Un homenaje al niño que todos llevamos dentro y una invitación a recuperar la extrañeza ante el mundo. A veces intentamos ver el mundo con mirada infantil. Al hacerlo, nos topamos con algunas preguntas fundamentales, esas preguntas que los pequeños se hacen sin miedo y que en cambio los adultos a menudo olvidamos o dejamos que queden ocultas tras el ritmo frenético de la actividad diaria. ¿Cómo responder cuando una hija quiere saber si sus padres la quieren tal como es, o si se esperaban otra cosa? ¿Cómo explicar qué son la vida y la muerte, por qué las piedras no sienten dolor y los animales no hablan? ¿Qué significa cumplir una promesa? ¿Qué representan los amigos imaginarios con los que jugamos de niños? La filosofía es esto: asombro y descubrimiento del mundo. Y las preguntas a veces cuentan incluso más que las respuestas. Leemos cuentos a nuestros hijos, jugamos y hablamos con ellos, nos preocupamos por ellos o discutimos con ellos sobre el desorden de la habitación y para que se coman lo que hay en el plato. Y no solemos reparar en el hecho de que las preguntas que les surgen rara vez son tan inofensiv